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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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28 de marzo de 2006

LA TERCERA PATA DEL GATO

PONENCIA PRESENTADA POR DOLORS ALBEROLA EN LA MESA REDONDA QUE TUVO LUGAR EN JEREZ DE LA FRONTERA EL PASADO 15 DE MARZO, DESNTRO DE LOS ACTOS CONMEMORATIVOS DEL DÍA DE LA MUJER.


La discriminación de la mujer en la literatura es un hecho histórico, consecuencia directa de su discriminación en todos los órdenes, una situación que dimana, en nuestra sociedad, del papel que se le asigna en el judeo-cristianismo.
En el Génesis, tras el famoso episodio de la manzana, Yaveh condena a Eva a parir -con dolor, faltara más- y a vivir sujeta al varón, que te dominará –se dice textualmente-. Pues bien, eso es lo que viene ocurriendo en la historia:
- Recordemos el caso de Juana Inés de la Cruz, una enorme poeta que se resigna al silencio, cumpliendo las órdenes de un obispo grasiento y mediocre.
- O el de aquellas que, como Cecilia Bhol von Faber, han de ocultar su sexo en nombres de varón –Fernán Caballero- en este caso.
- A doña Emilia Pardo Bazán, su origen noble le permitió desafiar el machismo pero no evitar las críticas, calumnias y el menosprecio de la profesión.
- Pensemos en Ernestina de Champourcín, que no pertenece a ninguna generación, aun cuando por edad y estética le corresponda la del 27.
- La genial María Zambrano estuvo ignorada en España durante el franquismo o mencionada tímidamente como discípula de Ortega y Gasset.
- De María Lejárraga, negra de su propio esposo, es indignante hablar, pero podría definirla como la esclava intelectual de un intelectual mediocre.
- Hasta las excepciones son significativas. Recordemos el caso de Wallada, poeta y princesa omeya, famosa por sus escándalos, mientras los poetas, varones, de su época, haciendo lo mismo –sólo hay que leer algunos versos de la propia escritora para ver qué vivo estaba Ibn Zaydun en cuestiones hormonales- eran célebres por sus versos.
- Safo, en Grecia, pasó a la historia como presunta iniciadora de una determinada manera de entender la sexualidad. De sus colegas masculinos, apenas sabemos de qué pie cojeaban.
En fin, si nos remitimos a la Edad Media, las juglaresas eran, sencillamente, putas.
Señalo que he mezclado los nombres y las épocas porque, en lo referente a la mujer y su situación, da igual que hablemos del paleolítico que de ayer por la tarde. El hombre, rebelde por vivir en el seno de un matriarcado, más o menos encubierto, más o menos dirigido por él mismo, asumido y precisado por él, se levanta y construye los hilos que manejarán el mundo de las manifestaciones artísticas –evidentemente los otros también, pero no es hoy el tema-. Irá cambiando los cabos y ora serán de seda, ora serán del más grueso cáñamo, pero teje como una sutil araña escapada de El Dorado original, incluso, me atrevería a decir, ese lenguaje que se nos impone, a mi modo de ver, corto de luces y más sexista que nunca. Claro que esto sólo es la opinión de una triste mujer a la que será fácil tildar incluso por las propias compañeras de ilógica, por no entrar en apelativos más drásticos. Hasta que la mujer no despierte de su ya eterno letargo, no podrá remontar, pese a las mejores filosofías. El modo de hablar o de escribir, el sexualizar oficios, no la liberará, si ella misma no dispone su vida y su nombre como sencillamente eso, vida y nombre, y trabaja en los dos sin sexo ni frontera idiomática.

Al llegar a este punto, convendría lanzar algunas preguntas –no es bueno descubrirlo todo, el enigma también es un fusil cargado de futuro- y aportar algunos datos, no vayan a creer que en nuestra flamante democracia o en sus sagradas vísperas, han mejorado mucho las cosas:
- ¿Cuántas mujeres ha habido en la Real Academia Española en los últimos cincuenta años? ¿Cuántas hay ahora mismo?
- ¿Cuántas mujeres han obtenido el Premio Nacional de Literatura?
- ¿Cuántas mujeres forman parte de los jurados que conceden ese y otros premio de renombre?
En las antologías, que en este país, son como vademecums subnormales, que establecen el censo, más o menos oficial, de poetas: ¿Cuántas mujeres aparecen? Voy a hacerles mostrarles un pequeño estudio de situación:


Primeras promociones de la Posguerra; edición de Francisco Ruiz Soriano. Clásicos Castalia.

4 mujeres frente a 31 hombres

Ángela Figuera, Carmen Conde, Concha Zardoya y María Beneyto.


1939-1975: Antología de la Poesía Española; Ángel L. Prieto de Paula. Editorial Aguaclara.

María Victoria Atencia y 48 hombres.


La poesía española de 1935 a 1975. Tomo I (1935-1944); Victor García de la Concha. Cátedra.

Mirando el índice, no habla de ninguna mujer.


La generación de 1936. Antología Poética. Taurus. Temas de España.

Ninguna mujer


Poetas españoles de posguerra. Manuel Mantero. Espasa- Universidad.

No hay mujeres.


Un cuarto de siglo de poesía española. José María Castellet. Biblioteca Breve.

tres mujeres y 39 hombres.

María Beneyto, Ángela Figuera y Gloria Fuertes.


Poesía andaluza de hoy. Elena Barroso. Biblioteca de la cultura andaluza.

Tres mujeres, 27 hombres.

Julia Uceda, María Victoria Atencia y Rosa Romojaro.


La poesía más joven. Una antología de la nueva poesía andaluza. Paco Bejarano. Junta de Andalucía.

Una mujer y 14 hombres.

Esther Morillas.


Florilegium. Poesía última española. Elena de Jongh Rossel

Una mujer y 14 hombres.

Julia Castillo


Poesía española contemporánea (1939-1980). Fanny Rubio y José Luis Falcó. Clásicos Alhambra.

4 mujeres y 90 hombres

Francisca Aguirre, Carmen Conde, Ángela Figuera y Gloria Fuertes.


Nueva Poesía. 1: Cádiz. Introducción Carlos Edmundo de Ory

4 hombres.


La plata fundida 1970-1995 (25 años de poesía gaditana). Quorum.

3 mujeres y 12 hombres

Ana Rossetti, Mercedes Escolano y Josefa Parra.


Poesía Sevillana 1950-1990. Pedro Rodríguez Pacheco y Javier Sánchez Menéndez. Muñoz Moya y Montraveta editores. Brenes

3 mujeres y 12 hombres

María de los Reyes Fuentes, Rosa Díaz y María Sanz.


Antología de la Nueva Poesía Española. José Batlló. Lumen, Ediciones de Bolsillo.
16 hombres y Gloria Fuertes.


Antología de la joven poesía Española. E. Martín Pardo. Pájaro Cascabel.

35 hombres y Josefa Contijoch.


Nueva poesía española (1970) y Antología consolidada (1990). Enrique Martín Pardo. Hiperión.

Cinco hombres en la primera. Seis en la segunda.


Poetas de los 70. Antología de poesía española contemporánea. Mari Pepa Palomero. Hiperión.

25 hombres y tres mujeres. Clara Janés. Cristina Peri Rossi y Ana Rossetti.


En la misma ciudad, en el mismo río... Poetas Granadinos de los 70. Fernando de Villena. Port Royal.

Siete hombres.


Antología de la joven poesía granadina. Miguel Gallego Roca. La general.

Trece hombres y Ángeles Mora


Poetas españoles poscontemporáneos. El Bardo.

Diecinueve hombres.



Postnovísimos. Luis Antonio de Villena. Visor

diez hombres, Julia Castillo y Blanca Andreu.


Poesía española hoy G.L. Solner. Visor

28 hombres.


La generación de los ochenta. José Luis García Martín. Mestral

Catorce hombres y Amalia Iglesias Serna.


La poesía que llega. Jóvenes poetas españoles. Fernando de Villena. Huerga y Fierro.

Ocho hombres y dos mujeres: Rosario de Gorostegui y Josefa Carmen Fernández Garzón.


El hilo de la fábula. Una antología de poesía española actual. Antonio Garrido Moraga. Campo de plata.

Doce y Aurora Luque


Milenio. Ultimísima poesía española. (Antología). Basilio Rodríguez Cañadas.Celeste

53 hombres y quince mujeres.

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Ante balance tan desolador, es preciso preguntarnos qué pasa.
La igualdad no se pide, ni se gana con concesiones ni privilegios, se conquista luchando, criticando, imponiendo la fuerza de la razón.
Una razón que, al menos en la literatura, debe ser la de la calidad, ya que no existe diferencia generalizada en el modo de hacer. No debo hoy extenderme más, pero sería un buen tema de estudio que dejo en el aire, observar curiosidades como la no diferencia absoluta, dentro de la corriente del silencio, que habría entre una escritora y un escritor –eso por ejemplo-.

Y, una vez puestas, al estudio, contemplen la tiendecita de compraventa que se impone a la hora de hacer nombre. Vean, ya sin metáfora, la colección de patanes escribidores masculinos que bien podría haber cedido su plaza a mujeres potentísimas, tanto en antologías como en secretariados y demás puestos de actividad cultural y así, de igual a igual, todos los que realmente elevan la literatura no tendrían que verse mermados con el ninguneo ni ningún país extranjero recibiría en sus faldas lo que no es muestra significativa de la factura actual en esta tierra de María Santísima. Evidentemente, esto no ocurriría si dentro de nuestra propia cocina de palabras, las escritoras, no sirviéramos, a cambio de un diminuto plato de higos, a alguno de estos prescindibles terratenientes.

© Dolors Alberola
Jerez de la Frontera, a 15 de marzo de 2006.-

25 de marzo de 2006


Carta enviada por Domingo F. Faílde al Presidente de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios, en la que manifiesta su decisión de abandonarla y relata los hechos que la motivan

21 de marzo de 2006


Mi querido amigo:

Pertenezco a la Asociación Andaluza de Críticos Literarios desde 1994. Mi carné, con el número 16, expedido el 18 de noviembre del mismo año, me acredita explícitamente como socio fundador. En aquellos momentos, ejercía la crítica en “Cuadernos del Sur” y “Papel Literario”, actividad que simultaneaba con la dirección de “La Isla”, el suplemento de “Europa Sur” que, sin lugar a dudas, contribuyó a difundir la obra de tantos poetas y narradores andaluces, en especial la de aquellos cuyo quehacer se hallaba silenciado por la oficialidad. Desde entonces, he formado parte del jurado que concede los premios de la crítica en la modalidad de poesía, he intervenido en algunas jornadas y he defendido en los medios el buen nombre de nuestra asociación y el recto proceder de sus responsables, aun a costa del vituperio de determinados sectores y otros inconvenientes que he afrontado con convicción y firmeza.
Procedo, pues, del núcleo de idealistas que, sin recursos económicos de ninguna índole y con todos los vientos en contra, nos lanzamos a aquella aventura de deshacer entuertos y enderezar la república literaria por las sendas, nada fáciles, del pluralismo y la honestidad.
Pero, como dijo nuestra Celestina, “no hay lugar tan alto que un asno cargado de oro no lo suba”, de manera que, con el paso del tiempo, no faltó quien buscara su conveniencia y, ayuno de otros créditos, escarbó en el poder lo que las letras no le proveyeran.
En efecto, nunca tan poco mérito obtuvo galardón más elevado que el conseguido por don José Ruiz Mata, al acceder a la Secretaría General de la Asociación. A cambio de sus dotes de chalán y una muy discutible eficacia como gestor, la mala educación, la ausencia de modales, la ignorancia del protocolo y, en fin, la inelegancia han teñido sus actuaciones y dejado su impronta en nuestra imagen pública.
Galardonado con el premio “Filoxera”, a causa de la misoginia derramada a raudales en un pregón, el sentido de la diplomacia no parece que sea, desde luego, la mayor cualidad del Sr. Secretario, que tampoco destaca por su dominio de la gramática castellana. Confundir “doceava” con duodécima –ante las cámaras de TV- o ponerle una hache al verbo echar no parece, desde luego, la mejor tarjeta de presentación para el alto ejecutivo de una sociedad de escritores.
Al hilo de sus dotes diplomáticas, el Sr. Secretario General de una asociación cuyos miembros somos, mayoritariamente, poetas, nos obsequió con un hermoso texto, difundido por Internet, declarando la consideración que le merecemos: “soy narrador, no poeta, por lo cual me la trae al pairo vuestros problemas de bandas rivales de las que además ni entiendo, ni quiero entender". Y con éste, tan delicado: “Como me gusta ser positivo te voy a indicar una solución mejor: que nos acostumbremos a colaborar y que llegado el fin de año contestéis a mi carta con las obras, sobre todo las propias, que conozcáis. De esa forma todos estaremos mejor informados y se funcionará mejor. ¡Ah!, al que se le olvide o no quiera mandar la información, si no aparece en el listado, que se joda y se calle".
No nos debe extrañar. Acostumbrados a su histrionismo y a la ligereza lingüística de su puesta en escena, dislates de esta índole se nos antojan chiste y aun pudieran pasarnos por ingenuos –que no es el caso- si no alentara tras ellos la prepotencia de una persona ambiciosa, incapaz de aceptar una crítica o rebatirla con argumentos, en vez de acometer con la calumnia, la descalificación y la zancadilla, como tiene por norma.
Estas son las razones por las que decliné tu ofrecimiento de integrarme en la candidatura que encabezabas, hoy electa, si don José Ruiz Mata seguía en su poltrona. O él o yo; y, legítimamente, elegiste, y aun estoy por asegurar no tardaste un minuto en contárselo, pues, ayuno de toda prudencia, tardó menos, si cabe, en espetármelo.
Iba bien preparado el Sr. Secretario a la asamblea. Durante el desayuno, se dirigió a mi pareja, la Sra. Alberola –poeta, como sabes, y miembro de la Asociación- y a mí, preguntándonos a voces si habíamos venido “con ganas de armar lío”, a lo que, temerosos del escándalo que podría haberse derivado de tan rufianesca provocación, no respondimos nada y él se quedó frustrado, mascullando sin duda el desquite y la manera de acallar nuestros comentarios a las peores jornadas sobre el escritor y la crítica que han tenido lugar hasta hoy.
Así, ni a la Sra. Alberola ni a mí nos cogió por sorpresa lo que vino a continuación, después de haber tenido que soportar con asco los cortes de manga del Sr. Ruiz Mata –dirigidos, supongo, a toda la concurrencia-, el grosero ademán de palparse las partes pudendas –pasándose por ellas a todos los presentes- y, en fin, su repertorio de palabras y gestos descorteses que culminaron cuando, al iniciar la sesión, nos llamó cabrones y, para que quedase bien claro quiénes éramos los destinatarios del insulto, nos señaló abiertamente, amparado en el burdo recurso del tópico: “y no señalo a nadie”.
Pero sí señaló (la mala educación tiene el índice largo). Y como el Presidente en funciones no se hallaba en la sala y el candidato a la presidencia permaneció impasible, optamos por abandonar la asamblea, advirtiendo con estupor que nadie se sumaba a nuestra protesta, apoyando por pasiva el atropello que se nos hacía. A partir de ese instante, consideré carente de sentido mi permanencia en la Asociación.
Las interpretaciones de los hechos y otras explicaciones que después se nos dieron, lejos de quitar hierro a lo sucedido, abrieron más la llaga, y ello por las razones que, una vez más, someto a tu consideración:
1.- Alegar, en descargo del ofensor y como justificación de la incuria de los presentes, que la sesión aún no se había abierto, me parece una burla, sobre todo cuando la ausencia absoluta de protocolo obvia toda formalidad, entre otras la clásica fórmula “¡Se abre la sesión!” que, en cualquier caso, ni es un conjuro mágico ni concede licencia de hacer antes lo que no se permite hacer después.
2.- Justificar los insultos del Sr. Ruiz Mata, amparándose en la respuesta de quien esto suscribe, correcta en todo momento, por el hecho de haberla rubricado con un leve golpe en la mesa, que muy pocos oyeron –dicho sea de paso-, se me antoja tan cínico como culpar a la mujer violada del acto del violador.
3.- Reprocharme la negativa a asistir, por la tarde, a la reunión, denota una gran falta de sensibilidad hacia quien, afectado por el suceso, no pudo ni siquiera ir a comer con sus amigos y compañeros ni se encontraba emocionalmente apto para dar su versión -innecesaria por lo demás, pues todos habían sido testigos- e incluirla en el acta. Es decir: lavar los trapos sucios en familia y, parafraseando a Cicerón, “encerrarlos en las tablillas, como una espada en la vaina”, para que no se enteren los de afuera.
4.- Incidiendo en lo expuesto, deseo recordarte no he estampado mi firma en el acta del fallo del jurado correspondiente, requisito cuya omisión constituye un defecto de forma, en virtud del cual dicho fallo podría impugnarse. El Sr. Secretario, o ignoraba este aspecto de la legalidad o pasaba, sin más, por encima del mismo, cuando leyó el citado documento en el acto de clausura. Pero queda tranquilo: no lo voy a impugnar; con mi firma o sin ella, respeto una decisión democráticamente adoptada, y, en otro orden de cosas, no me parece lógico implicar a mis compañeros en la negligencia de un secretario. Por cierto: no es el acta el único documento que no se me ha presentado a la firma.
En fin, podría añadir otros muchos detalles, que omito para no cansarte ni abrumar a los asociados, a quienes envío copia de este escrito. Sí te diré, no obstante, abundando en mis motivaciones, que, ignorado, silenciado e incluso ninguneado por algunos de ellos –tienen, naturalmente, derecho a hacerlo-, percibo no me quedan argumentos para continuar en la Asociación. Te ruego, en consecuencia, impartas a quien proceda las instrucciones pertinentes para darme de baja.
Con esta decisión, naufragan doce años de vida literaria. Se salvan, desde luego, mi obra y mi honestidad. Ojalá todos puedan decir lo mismo.
Recibe un fuerte abrazo de tu amigo,

Esta especie de sainete ocurrió en Arcos...

Esta especie de sainete, ocurrió en Arcos, durante los Premios de la Crítica Andaluza:


Pepe Mata, secretario general de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios, nos provocó en el desayuno y más tarde, antes de comenzar la asamblea para la elección de nuevos cargos -acaso para que no tuviéramos opción a participar-, nos ofendió gravemente a mi compañero Domingo F. Faílde y a mí misma.
El propio secretario, aparte de dirigirnos las palabras ya referidas en este foro y gesticular groseramente ante los asistentes a la asamblea, había remitido a distintos compañeros escritores un correo, con su estilo personalísimo e irreversible, en la que expresaba la malísima opinión que tiene de los poetas -a pesar de que su empeño en representarlos-.
Domingo ya ha dado su respuesta por medio de una carta, dirigida a todos los escritores, miembros de la entidad, dándose de baja de la misma y denunciando los hechos.
Yo, menos importante para sus personales protocolos y bastantes veces ninguneada, no estando de acuerdo con que la grosería, en ningún momento, reine en la literatura, ni nadie tenga voto en aquello que no entiende en absoluto, le dejo esta nota:

Muy Sr. de quien lo sea:

Me dirijo abiertamente a usted con el fin de desearle que el Ayuntamiento de su pueblo, Guadalcacín, sea altamente benéfico con su persona y le conceda un terrenito, cercano al que ya tiene, una buena piara de cerdos, tres o cuatro corderos y una vaca lechera, amén de las semillas de nabos, berzas o lo que usted desee levantar en sus dominios. Todo esto, en virtud de su talento y talante agropecuario. Y, al tiempo, por ver si, con estas mercedes, deja usted de arengarnos y quedamos todos en paz; nosotros, en nuestra consabida elegancia de escritores y usted en su tómbola de embutidos particular.

Atentamente,

Dolors Alberola.-